También hubo informadoras. Mujeres chamán que inspiraron los personajes femeninos de la saga, como La Catalina, La Gorda, doña Soledad, Florinda Grau, etc. Y también a los masculinos. La curandera Barbara Guerrero “Pachita”, la mazateca María Sabina, la pomo Elsie Parish, la huichol Guadalupe Ríos, la santera Doña Hortensia, las mexicas Magdalena Ortiz, Soledad Ruiz, etc.
Castaneda jamás citó sus fuentes. Pero en el caso de Pachita ha sido muy sencillo identificarla. La menciona en “El conocimiento silencioso” (pág. 155 y ss), como una curandera mexicana que hacía “operaciones psíquicas” con un cuchillo. Y solo existió una. La misma Barbará Guerrero que había estado investigando Puharich, que luego investigó Grinberg y la misma a la que Alejandro Jodorowski le invitó a conocer.
A la puno Elsie Parish la conoció en Berkeley, en 1965, como me contó el Dr. Claudio Naranjo.
A la huichol Guadalupe de la Cruz Ríos, la conoció cuando visitaba a su marido, Ramón Medina, primero, y a su padre adoptivo don José Matsuwa después. Guadalupe de la Cruz, como su marido y su padre, terminó convirtiéndose en una chamana famosa. Al final de sus días, -falleció hace un par de años-, sus cantos huicholes se comercializaban en formato CD, y podían disfrutarse en Youtube.
En cuanto a María Sabina, en sus memorias “LSD Flashback: una autobiografía”, Timothy Leary asegura que Carlos Castaneda, utilizando en esta ocasión su apellido Arana, se presentó en La Catalina, el hotel de Zihuatanejo -la aldea de pescadores de México donde Leary se había refugiado tras ser expulsado de Harvard por dar LSD a sus alumnos-, intentando acceder al grupo de psiconautas y ofreciéndole un obsequio que, aseguraba, le había entregado María Sabina para él. Primero lo intentó presentándose como periodista peruano, y dos días después, como “profesor de una importante universidad norteamericana”, que estudiaba para “guerrero del alma”.
Castaneda jamás citó sus fuentes. Pero en el caso de Pachita ha sido muy sencillo identificarla. La menciona en “El conocimiento silencioso” (pág. 155 y ss), como una curandera mexicana que hacía “operaciones psíquicas” con un cuchillo. Y solo existió una. La misma Barbará Guerrero que había estado investigando Puharich, que luego investigó Grinberg y la misma a la que Alejandro Jodorowski le invitó a conocer.
A la puno Elsie Parish la conoció en Berkeley, en 1965, como me contó el Dr. Claudio Naranjo.
A la huichol Guadalupe de la Cruz Ríos, la conoció cuando visitaba a su marido, Ramón Medina, primero, y a su padre adoptivo don José Matsuwa después. Guadalupe de la Cruz, como su marido y su padre, terminó convirtiéndose en una chamana famosa. Al final de sus días, -falleció hace un par de años-, sus cantos huicholes se comercializaban en formato CD, y podían disfrutarse en Youtube.
En cuanto a María Sabina, en sus memorias “LSD Flashback: una autobiografía”, Timothy Leary asegura que Carlos Castaneda, utilizando en esta ocasión su apellido Arana, se presentó en La Catalina, el hotel de Zihuatanejo -la aldea de pescadores de México donde Leary se había refugiado tras ser expulsado de Harvard por dar LSD a sus alumnos-, intentando acceder al grupo de psiconautas y ofreciéndole un obsequio que, aseguraba, le había entregado María Sabina para él. Primero lo intentó presentándose como periodista peruano, y dos días después, como “profesor de una importante universidad norteamericana”, que estudiaba para “guerrero del alma”.
Megustaria saber mas
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